jueves, 18 de noviembre de 2010

a las doce y cuarto

se había hecho de noche, y llevaban ya demasiado rato en silencio. No te veo, ¿estás ahí?, dijo él, a lo que ella no respondió nada. Estaban sólo a 3 ó 4 metros de distancia, pero la niebla era tan densa que nada se veía. A ella, sin embargo, no le hacía falta verlo; sentía su respiración agitada, podía adivinar cada uno de sus movimientos intentando encontrarla, oía cada latido de su corazón, cada vez más acelerado; pero no salió palabra de su boca. Y así, sin más, se dio la vuelta y se fue...

No hay comentarios:

Publicar un comentario