miércoles, 6 de abril de 2011

[…]


- pero, ¿qué significa “domesticar”?
- Es algo que está muy olvidado – dijo el zorro- significa crear lazos.
- ¿Crear lazos?
- Seguro –dijo el zorro-. Tú no eres para mi más que un chiquillo parecido a cien mil chiquillos y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. Yo no soy para ti más que uno más entre cien mil zorros. Ahora bien, si tú me domesticaras, nos necesitaríamos el uno al otro. Tú serías para mí el único en el mundo, como yo lo sería para ti […]

[…]
- ¡Domestícame…, por favor! –dijo el zorro.
- ¿Y qué hay que hacer? –dijo el principito.
- Hace falta ser muy paciente. Primero te sentarás en la hierba, un poco retirado de mí, yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. Las palabras son fuente de malentendidos. Pero cada día te podrás sentar un poco más próximo…

Al día siguiente volvió el principito.
-Hubiera sido mejor que volvieras a la misma hora de ayer –dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, te estaré esperando desde las tres y cuanto más se aproxime la hora de la cita más feliz me sentiré. Y para las cuatro, me sentiré sumamente inquieto por verte y descubriré entonces lo que vale la felicidad. Pero si vienes a horas distintas no sabré cuando empezar a preparar mi corazón. Los ritos son imprescindibles.

[…]
Fue así como el principito domesticó al zorro. Mas cuando llegó el día de la separación el zorro dijo:
- ¡Ahh! Voy a llorar
- Si lloras será por tu culpa –dijo el principito-. Yo no quise hacerte ningún mal; pero tú insististe en que te domesticara.

[…]
- Adiós –repuso el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy sencillo. Consiste en que no se ve bien sino con el corazón, pues lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible para los ojos –repitió el principito, a fin de recordarlo.


[…]



A. de Saint-Exupéry. El Principito (Le Petit Prince)

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